miércoles, 28 de enero de 2009

El Fuego - Katherine Neville

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Reseña - Reseña y entrevista realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com

Editorial Plaza & Janés
546 páginas
Género: Novela



Colorado, 2003. Alexandra Solarin recibe una inesperada invitación a la fiesta de cumpleaños de su madre, Catherine Velis, a la que hace tiempo que no ve. Cuando Alexandra llega a la casa, se la encuentra vacía y con algunos mensajes que descifrar antes de que aparezcan los demás invitados, también inesperados.

Todo parece girar alrededor del ajedrez de Montglane, cuyas piezas sus padres se ocuparon bien de esconder.

Pero alguien ha iniciado una nueva partida. Y el juego comienza de nuevo.


Opinión

A estas alturas, veinte años después de su aparición, ¿quién no ha leído El Ocho, de Katherine Neville? Pocos, seguramente bastante pocos. Pues bien, tras una larga, larguísima espera, aparece El Fuego, la continuación.

Treinta años más tarde que en la anterior entrega, la protagonista es Alexandra Solarin, la hija de Cat Velis y Solarin, el guapísimo jugador de ajedrez ruso. En este caso hay también otro atractivo jugador soviético como compañero de la joven, para no perder la costumbre.

La verdad es que el planteamiento de El Fuego es muy similar a la de El Ocho. Los capítulos ambientados en la actualidad están escritos en primera persona, alternando con otros históricos, y con una trama muy parecida. Vamos que, si os gustó El Ocho, esta nueva novela no os va a defraudar.

En esta ocasión, será lord Byron el personaje histórico central, aunque no el único. Y eso me lleva a lo que más me llama la atención en ambas novelas: el modo en que todo encaja en la trama, especialmente los datos históricos, cómo la autora sabe conjugar realidad y ficción para que resulte más creíble aún. No sé si me explico. Aprovechar que, por ejemplo, lord Byron estaba en Roma en la vida real para que la trama se desarrolle allí durante su estancia, involucrándole en la ficción y haciendo que todo cuadre, sin fisuras aparentes y con una soltura que consigue que el lector se lo crea. Para mí, es su mayor logro.

De la mano de Katherine Neville visitaremos la ciudad de Washington y sus misterios, pero también Francia, Italia, las islas Aleutianas (que reconozco no sabía con exactitud dónde caían), Turquía, Grecia, Rusia... en fin, una multitud de escenarios donde desarrollar un argumento repleto de giros, misterios y un ritmo frenético.

Personajes antiguos y nuevos, explicaciones de algunos datos que no quedaron suficientemente claros en su anterior novela, bastante más información sobre el famoso ajedrez de Montglane, y la aparición de un grupo de vascos con cosas muy interesantes que contar. Son sólo algunos de los aspectos que podrán encontrar en esta novela, destinada a convertirse en otro gran éxito de ventas.

Sumergirse en sus páginas es un poco como reencontrarse con viejos amigos y volver a vivir una aventura de dimensiones colosales, sólo que con veinte años más en los huesos. Y el viaje siempre merece la pena.

Espero que la disfruten tanto como yo.
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Entrevista a Katherine Neville por "El Fuego"

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Por Pilar Alonso

Veinte años después de publicar El Ocho, Katherine Neville regresa al ajedrez con la continuación: El Fuego. La autora, inmersa en el proceso de promoción de este nuevo libro, ha viajado en dos ocasiones a nuestro país en los últimos meses, para atender a la multitud de medios que se han mostrado interesados en su nueva novela.

Nos hizo un hueco y contestó a casi todas las preguntas.

Su novela bien podría haberse titulado “Veinte años después”, como la continuación de “Los tres mosqueteros”, de Alejandro Dumas. ¿Por qué ha hecho esperar tanto tiempo a sus lectores para la continuación de “El Ocho”?

Bueno, la historia completa es muy larga y ya se la he explicado a todos los periodistas que me han entrevistado aquí en España. En resumen, era el propio libro el que debía buscar el momento apropiado y para mí fue cuando conocí a la segunda persona que entró en Bagdag tras el bombardeo de la ciudad. Bagdag fue el hogar de Al Jabir, el fundador de la escuela Islámica de alquimia.


El Fuego sigue el mismo esquema que El Ocho, sólo que treinta años más tarde. La protagonista en primera persona, un jugador de ajedrez ruso, capítulos históricos alternando con los actuales... El resultado funciona muy bien, pero ¿no tuvo la tentación en algún momento de escoger otro esquema?

Con este libro no podía, ya que todo tenía que estar relacionado con la historia del ajedrez, pero no todas mis novelas siguen esa estructura.


Esta novela, como ya sucedió con El Ocho, está perfectamente ajustada a los personajes y a los acontecimientos históricos, ¿una tarea difícil conjugar realidad y ficción y hacer que “todo cuadre”?

Ahora mismo dispongo de muchas investigaciones sobre los hechos históricos, y encontré que había varios errores en libros históricos y biografías. Tuve que ir a las fuentes originales, los diarios y documentos de la época, para encontrar la verdad. Y tengo un maravilloso editor.


En ambas novelas, la autora demuestra conocer bien el juego del ajedrez. ¿Es una de sus pasiones, quizás?

Me interesa mucho el ajedrez y sus jugadores, pero soy bastante mediocre. No comencé a jugar lo bastante joven y es una lástima. El ajedrez es un buen entrenamiento de estrategia.


Al final del libro, en los Agradecimientos, menciona a multitud de personas en relación con distintas cuestiones que aparecen en la trama, como la aviación, las matemáticas o los volcanes, entre otras muchas. ¿Ha resultado muy ardua la tarea de escoger entre cientos, tal vez miles de datos, para elegir sólo los pertinentes y desechar todo lo demás?

Todas mis investigaciones son muy valiosas y conservo todos los documentos. Muchos datos aparecerán en otros libros.


En relación con la anterior pregunta, ¿lamenta especialmente haber tenido que eliminar algo que le hubiera gustado añadir?

No lo creo. Siempre investigo mucho más de lo que voy a usar. Tengo varios libros guardados en el cajón, libros que están esperando el momento apropiado para ser terminados.


La cocina de calidad está muy presente en esta obra. ¿Se considera la autora una gourmet?

Me interesa mucho la comida, en todos sus aspectos. Me encanta descubrir restaurantes nuevos. En Washington tenemos los restaurantes del maravilloso chef español, José Andrés.


Los vascos juegan un papel importante en la trama de El Fuego. ¿Un homenaje a una tierra que parece conocer bien?

El pueblo vasco es quizás la región de España que conozco mejor. Pasé mucho tiempo allí con mi marido Karl. Impartió muchas conferencias allí, y yo también.


La novela se desarrolla en escenarios variados, la ciudad de Washington el principal, pero también Italia, Grecia, Turquía, las islas Aleutianas, Rusia, Próximo Oriente, España, Francia... y en la mayoría de los casos con múltiples detalles. Katherine Neville ha viajado tanto o más que sus personajes, ¿qué hay de usted y de sus experiencias en los viajes de su obra?

He viajado por todo el mundo, mucho más que la mayoría de americanos, y mucho más en el pasado que ahora. No puedo escribir sobre un lugar en el que no he estado. Tengo que ir al sitio y respirar los detalles, los olores, la gente, las calles. Si no lo haces, nunca parecerá lo bastante real en el libro.


En España, aparte de El Ocho, sólo se han publicado El Círculo Mágico y Riesgo calculado. Katherine Neville, al igual que muchos de sus personajes, ha sido una mujer rodeada de misterio. ¿Se ha centrado durante ese tiempo en preparar El Fuego? ¿Ha sentido la tentación de publicar otras obras bajo pseudónimo?

Oh, no, quiero poner mi nombre en todo lo que escribo.


El Ocho, El Fuego... ¿ha concluido definitivamente el juego, o existe una continuación?

Bueno, es una posibilidad. Cuando llegué al final de El Fuego, mi editor quería un desenlace que dejara abierta esa probabilidad. Las piezas no han sido destruidas... tal vez reaparezcan. Incluso pienso que podría ver un futuro libro con Xie y Vartan. Son muy jóvenes y tienen toda la vida por delante, así es que ¿quién sabe? Me gustaría descubrir qué les depara el futuro.


Mientras releía El Ocho, recordé la trascendencia de la misma, de cómo el panorama literario de los últimos años ha bebido de su novela, utilizando el mismo esquema y convirtiéndose también en grandes éxitos de ventas.¿Qué siente al respecto?

Bien, en realidad no inventé nada nuevo. Mi novela es la novela de una búsqueda, una búsqueda por el conocimiento o por un tesoro. Es el género literario más viejo del mundo. El género de Gilgamesh, de la Odisea o de las Leyendas Artúricas.


¿Está trabajando en alguna otra novela? Si es así, ¿puede adelantarnos algo?

Estoy trabajando en un libro sobre pintores europeos del siglo XVI, como Rubens o El Greco y también hay pintoras. Era un tiempo en el que se movían fácilmente de una Corte a otra, de un país a otro, por lo que conocían el trabajo de los demás y lo que sucedía en las Cortes. Ahora estoy con el proceso de investigación.


Muchas gracias por su tiempo y por la oportunidad de esta entrevista.

Gracias
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lunes, 26 de enero de 2009

Gurú del LSD

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Apuntes - por Pilar Alonso

En 1964, el psicólogo estadounidense Timothy Leary, publicó el libro “La experiencia psicodélica”, que agotó tres ediciones consecutivas en el mismo año. En él valoraba el uso del LSD como forma de abrir la mente y liberar el sistema nervioso, una experiencia que él consideraba casi religiosa. El uso de la citada droga se extendió rápidamente entre los jóvenes universitarios norteamericanos, provocando numerosos “accidentes” por el mal uso.

Rápidamente publicó un segundo libro “Plegarias psicodélicas”, una especie de guía para el “buen uso” del ácido, la iniciación a su consumo y la práctica colectiva. Pero como Leary no indicaba tampoco en esta ocasión cuál era la dosis recomendable, el LSD continuó causando estragos.

Leary creó La Liga para del Descubrimiento Espiritual, una religión que se servía del ácido como instrumento espiritual, e impartió conferencias en varias universidades norteamericanas para presentar la experiencia con el LSD.

A pesar de que fue detenido en la frontera de México por traficar con estupefacientes y a que el LSD pasó a ser ilegal en octubre de 1966, su uso no cesó de extenderse, y se vinculó inmediatamente con la cultura pop, que tendría en esos años y los siguientes un esplendor sin precedentes.
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martes, 20 de enero de 2009

El club de los viernes - Kate Jacobs

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com


Editorial Maeva
415 páginas
Género: Novela


Georgia Walker es madre soltera y dueña de una tienda de lanas en Manhattan, donde se crea un curioso club, formado por algunas clientas y amigas. Cada viernes por la noche se reúnen allí y charlan, comen las galletas que prepara su hija adolescente y también hacen un poco de punto.

Ocho mujeres completamente distintas que comparten mucho más que unas madejas de hilo.

La vida de todas ellas va a cambiar de distintas formas. En el caso de Georgia, con la aparición, tras doce años de ausencia, del padre de su hija y el reencuentro con una amiga de la adolescencia.


Opinión

Hay novelas que empiezas a leer sin mayores expectativas y que terminan convirtiéndose en parte de ti. Pues El club de los viernes es de ese tipo de novelas. A las diez páginas ya estás irremediablemente perdido, incapaz de abandonar la lectura.

Era domingo por la tarde y abrí sus páginas con curiosidad, sin saber muy bien qué me iba a encontrar. Había obviado las notas que acompañaban el ejemplar y había olvidado en un rincón la madeja de lana roja y las agujas que incluyeron con el libro. Me gusta empezar una novela sin saber muy bien qué es lo que me espera. Sí, claro que tenía una noción, pero lo bastante difusa como para que no me predispusiera en ningún sentido.

He de decir que terminé el libro de una sentada, con el corazón encogido y con la sensación de que tenía entre mis manos una preciosa historia, un pequeño tesoro. Y ahí estaba yo, domingo por la noche, con el libro entre las manos y enjugándome las lágrimas. Y es que, sin darme cuenta, yo también me había hecho amiga de esas mujeres, de Anita, que encuentra la ilusión a los setenta años, de Georgia, valiente y trabajadora, de Lucie, de Cat, de Darwin... me había sentado alrededor de aquella mesa, tejiendo con la imaginación, sin darme cuenta. Y había probado las galletas de Dakota, esa maravillosa niña de doce años, y había temblado con James que, tras muchos años fuera, regresa para intentar ocupar el lugar que le corresponde.

Así es que, cuando cerré la novela, tuve que despedirme de todos ellos, de la magnífica historia que me habían hecho vivir. Y ya saben todos lo duro que resulta despedirse de los amigos.

Lo curioso es que, cuando me fui a la cama, traté de visualizarla, de imaginar la historia en el cine. Era facilísimo y sería sin duda un éxito de taquilla. Y pensé en que la protagonista perfecta sería Julia Roberts. Pues bien, acabo de descubrir que el proyecto existe y que, efectivamente, será esa actriz quien interprete el papel de Georgia Walker.

No duden de que seré de las primeras en acudir al estreno. Con una gran sonrisa y una caja de pañuelos. Por si acaso.
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sábado, 17 de enero de 2009

Un juicio de muerte

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Apuntes - por Pilar Alonso


Pongámonos en situación.

Finales del siglo IX. Lamberto de Spoleto es Rey de Italia. Arnulfo de Carantia es emperador carolingio. Y el Papa, desde el año 892, es el Papa Formoso.

Formoso se había visto obligado a nombrar emperador de Occidente a Lamberto y logró convencer a Arnulfo para que invadiera Italia y derrotara a la familia Spoleto. Así, en el año 896, Arnulfo llegó Roma, expulsó a Lamberto y fue coronado emperador por el Papa. Pero, poco después, fallecía Formoso.

Pocos meses más tarde, Lamberto, aprovechando la ausencia de Arnulfo, al que una enfermedad había alejado de Italia, reconquista Roma. Entonces es Papa Esteban VI, que ha conseguido el trono eclesiástico gracias al apoyo de Lamberto y de su madre, Ageltruda.

Para poder anular el nombramiento de Arnulfo no se les ocurrió otra cosa a estas mentes preclaras que convocar un sínodo para juzgar al Papa Formoso. Los cargos: haber abandonado la diócesis de la que era obispo, en Porto, para ocupar como Papa la diócesis de Roma. Desconozco qué de malo había en ello, pero debía de ser mucho, porque de ese modo pretendían anular todos los nombramientos y actas emitidos durante su papado, especialmente la coronación de su rival.

El juicio se llevó a cabo en la Basílica Constantiniana. Se exhumó el cadáver, que llevaba más de ocho meses bajo tierra, y no quiero ni imaginar cómo olía, se le vistió con los ropajes papales, corona y cetro incluidos, y se le sentó en el banquillo. La estampa debía ser bastante parecida a este cuadro que Jean Paul Laurens pintó en 1870.

El Papa Esteban VI fue el fiscal. Un diácono de nombre desconocido, el defensor. Acusación: haber usurpado la Silla de San Pedro. Evidentemente, el Papa Formoso fue declarado culpable, se le despojó de sus vestiduras, se le arrancaron los tres dedos con los que impartía las bendiciones y se arrojó su cadáver, o lo que quedaba de él, al río Tíber.

Cosas de la vida, menos de dos años después moría Lamberto, asesinado tras una batalla, y le sucedía, precisamente, Arnulfo, que sólo le sobrevivió un año.
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martes, 13 de enero de 2009

El triunfo romano - Mary Beard

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com

Editorial Crítica
583 páginas
Género: Ensayo


Tras una gran victoria militar, era costumbre en Roma celebrarla con un desfile por la ciudad, donde se mostraban al público los dignatarios capturados y el botín: esclavos, joyas, estatuas, plantas o animales, a veces en cantidades tan ingentes que el cortejo podía durar incluso dos o tres días.

Mary Beard, catedrática de la Universidad de Cambridge, analiza en esta obra la magnificencia de los triunfos romanos y el modo en que influyeron en las sociedades posteriores.


Opinión

La Antigua Roma ofrece multitud de fantásticas posibilidades para atrapar la atención de cualquier lector. Y el tema sobre el que gira la presente obra no es el menos atractivo.

Mary Beard comienza su ensayo con el desfile de Pompeyo en el año 61 a.C.. A través de sus palabras podemos ver las carretas cargadas de oro y joyas, las estatuas, las plantas exóticas, los barcos capturados, los prisioneros ricamente ataviados... todo lo que sucedió y lo que significó aquel desfile que cruzó Roma durante dos días, el tiempo necesario para mostrar la totalidad del botín conquistado.

Y continúa con las distintas versiones que de él ofrecieron los autores de la época, las variantes, las confusiones, las incongruencias... y no sólo en el desfile de Pompeyo, sino en algunos otros que también ocupan parte de su argumentación.

Analiza el por qué y el cómo de la construcción de los Arcos de Triunfo, la costumbre de ejecutar a algunos de los prisioneros al finalizar el desfile, los suicidios de los que no querían formar parte de las denigrantes procesiones romanas, el caso de Cleopatra por ejemplo, las maquetas que se confeccionaban sobre las plazas conquistadas y que eran llevadas en alto para que todos pudieran contemplarlas, las críticas que recibían ese tipo de demostraciones por parte de algunos sectores de la sociedad romana, el modo en que evolucionaron los triunfos romanos a lo largo del Imperio... y otras muchas cuestiones de interés que giran en torno al tema de ese tipo de celebraciones, copiadas en algunos casos por generaciones posteriores.

Hipótesis todas ellas que la autora analiza a través de multitud de textos y que no hacen sino demostrar que aún quedan muchos huecos por llenar, mucha información fragmentada, en ocasiones contradictoria, que impide elaborar un cuadro detallado de lo que suponía la espectacular costumbre romana.

Para mi gusto, la autora se pierde un poco en las reiteraciones, volviendo una y otra vez a los mismos planteamientos desarrollados páginas atrás, aportando algunos detalles que bien podría haber incluido con anterioridad. Eso, y las casi cien páginas de notas, hacen que la lectura de El triunfo romano no sea especialmente amena, aunque sí sumamente interesante.

La obra cuenta con una extensa bibliografía y con ilustraciones magníficamente escogidas, que la convierten en imprescindible para comprender uno de los aspectos más sugerentes de la historia de Roma.
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domingo, 11 de enero de 2009

El último viaje de Charles Chaplin

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Apuntes - por Pilar Alonso


Hay vidas que merecen la pena ser contadas. Y muertes que se ganan un lugar especial en la historia. Charles Chaplin tiene sin duda el “honor” de poseer ambas cosas.

Nacido en Londres en 1889, de padre alcohólico y madre esquizofrénica, se estrenó en el teatro a los cinco años, cuando tuvo que sustituir a su madre en el escenario cuando ésta se quedó sin voz. Junto a su hermano Sydney, dos años mayor, actuó en repetidas ocasiones a las puertas de las tabernas para conseguir unos peniques.

Abandonados por su padre, la madre apenas podía mantenerlos y pasaron largas temporadas en distintos hospicios. Cuando su hermano consiguió trabajo en una compañía de comediantes, se lo llevó con él. Una gira los llevaría a Estados Unidos.

Allí, el director de cine Mack Sennett se fijó en él y le ofreció trabajo. En 1914, en su segunda película, aparecía el personaje de Charlot, que lo haría mundialmente famoso y más rico de lo que jamás pudo soñar.

Unas cuantas películas más tarde, pasó a dirigirlas. Dicen que era un perfeccionista, al que no le importaba tener que rodar una toma un centenar de veces hasta que quedaba justo como él quería. Y le gustaban las mujeres jóvenes: tres de sus cuatro esposas eran menores de edad en el momento de contraer matrimonio: dos tenían 16 años y la última 17, cuando él contaba ya 54.

Esa actitud, algunas frases inoportunas y la crítica social contenida en algunas de sus películas no aumentaron precisamente su encanto a los ojos de los círculos más conservadores. Fue acusado de moral disoluta y, además, de simpatizar con los comunistas. Era la época de la “caza de brujas” de McCarthy. Citado frente al Comité de Actividades Antiamericanas en diversas ocasiones, no acudió a ninguna.

Y así fue como, aprovechando que se hallaba en Londres promocionando su última película, Candilejas (1952), el gobierno norteamericano le negó el visado y no pudo regresar.

Se instaló entonces en una mansión en Suiza, junto a su esposa, la madre de Geraldine Chaplin. Y fue allí donde murió, en la Nochebuena de 1977, mientras dormía.

Pero sus viajes no habían terminado ahí. En marzo, tres meses después de su entierro, desapareció su ataúd, por el que se pidieron 600.000 francos suizos de rescate. Dos meses más tarde, el 17 de mayo de 1978, unos refugiados políticos de Europa del Este confesaron el delito, tras ser capturados por la policía, y reconocieron haber enterrado el cuerpo en un campo de trigo de Noville (Suiza).

Cuando se recuperaron sus restos, volvió a ser enterrado. Y esta vez, para evitar posibles viajes futuros, bajo dos metros de hormigón.
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miércoles, 7 de enero de 2009

Breve Historia de Roma - Bárbara Pastor

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Reseña - realizada por Pilar Alonso y publicada en www.ciberanika.com

Editorial Nowtilus
2 Tomos
286 y 287 páginas
Género: Ensayo


Bárbara Pastor realiza una recorrido por la historia de Roma, desde la creación de la ciudad hasta la caída del Imperio.


La sensación que transmiten los dos volúmenes que componen esta Breve Historia es similar a pasar un puente en la Ciudad Eterna: te da tiempo a ver casi todo, pero no a disfrutar en profundidad de los detalles.

Pues así son estos libros: te ofrecen una visión general de la historia de Roma, con curiosidades y anécdotas incluso, pero sin profundizar demasiado en ninguna cuestión. Como aproximación a ese período histórico, resulta más que aceptable.

La creación de la ciudad, los primeros monarcas, relaciones con el entorno, distribución social, impuestos y ejército, guerras, conspiraciones y, por supuesto, los principales protagonistas, todo tiene cabida en estos dos volúmenes, explicado con sencillez, amenizado con mapas, cuadros y fotografías, con glosarios, bibliografía, cuadro cronológico e incluso un resumen sobre el arte romano.

Bárbara Pastor ha realizado una extraordinaria labor de síntesis, sin olvidar nada importante y añadiendo además muchos detalles jugosos, que hacen que sumergirse en estos dos libros se convierta en una interesante aventura.

En estos tiempos en los que uno quiere abarcar muchas cosas y dispone de poco tiempo para ello, se agradece la iniciativa de Nowtilus con esta colección de Breve Historia, un modo de saber un poco de todo con un coste mínimo.
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sábado, 3 de enero de 2009

Los piratas de Radio Caroline

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Música - por Pilar Alonso


Ronan O’Rahilly, un joven irlandés vinculado a la música, era el manager de Georgie Fame, un cantante y teclista que trabajaría con Cat Stevens, Van Morrison o Eric Clapton. Cuando no consiguió que ni la BBC ni Radio Luxemburgo, emisoras oficiales de los años 60 en Gran Bretaña, emitieran la primera de sus grabaciones, decidió crear su propia emisora.

Compró un viejo barco, el ex-ferry de pasajeros MV Frederica, e instaló en el mástil una antena de radio. Navegó hasta el límite de las aguas inglesas, a aguas internacionales, y comenzó a emitir a partir del 28 de marzo de 1964. Así nació Radio-Caroline (llamada así en honor a la hija de J.F. Kennedy), una de las emisoras piratas más importantes de la historia.

Radio Caroline comenzó a emitir lo que no ofrecían ni la BBC ni Radio Luxemburgo, discos enteros, grabaciones inéditas, experimentos musicales, conciertos íntegros... con disc-jockeys carismáticos, con sus manías, sus discusiones y sus histerias, que entusiasmaban a los jóvenes.

En los barcos se vivía en condiciones precarias, con equipos improvisados y escasos recursos. La tripulación y los locutores se cambiaban cada veinte días aproximadamente y, entretanto, tenían lugar abordajes, batallas e incluso algún muerto. A pesar de ello, otros siguieron el ejemplo, hasta alcanzar una docena de emisoras piratas, y desde ellas se anticipaban a las oficiales lanzando los últimos éxitos y las novedades discográficas, hasta el punto que la BBC pidió al gobierno que tomara medidas al respecto.

Finalmente, en agosto de 1967 se aprobó una ley que prohibía el mantenimiento de emisoras piratas en aguas internacionales y, pocos meses más tarde, desaparecían Radio-Caroline y todas las demás.

Pero algo había cambiado en el panorama radiofónico. Había nacido un nuevo concepto de hacer radio para la gente joven, un formato que incluso la BBC adoptaría en sus nuevas emisoras y cuya influencia aún perdura en la mayoría de las actuales.
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jueves, 1 de enero de 2009

Parto sin dolor

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Apuntes - por Pilar Alonso


En enero de 1847 aparecía una noticia en un diario londinense: un profesor de obstetricia de Edimburgo, James Young Simpson (1811-1870), había conseguido que una mujer diese a luz sin dolor.

Hacía unos meses que se había realizado la primera operación con éter en Europa, la amputación de una pierna, pero nadie podía sospechar en ese momento que la narcosis pudiese aplicarse a otras disciplinas médicas, menos aún a la obstetricia.

Simpson había llevado a cabo ese primer parto sin dolor utilizando el éter, aunque consideraba que no era el método más apropiado. El 4 de noviembre de 1847 descubrió las ventajas del cloroformo, que en muchos casos suplantó al éter como anestesia.

A pesar de que gran número de mujeres acudieron al médico escocés para librarse de los dolores del parto, o de cualquier otra dolencia, Simpson no lo tuvo fácil. No sólo tuvo que lidiar con la comunidad médica, muy reacia a los cambios, sino especialmente con la Iglesia. Ésta se aferraba a las palabras contenidas en el Génesis 3, 16: “Parirás a tus hijos con dolor”, como había venido sosteniendo desde antiguo. La teoría era que el dolor que una mujer soportaba durante el parto era necesario, una retribución por los pecados de Eva. Si la parturienta no demostraba suficiente dolor, tanto ella como su bebé podían ser condenados por la Iglesia, pues se creía que el Diablo la había auxiliado. Tal vez por ello denominaron al cloroformo “fruto del demonio” o “aire de Satán” desde sus púlpitos.

Pero las ideas de Simpson iban a contar con una poderosa aliada. El 7 de abril de 1853 la reina Victoria daba a luz a su cuarto hijo, el príncipe Leopold, y lo hacía sin dolor, con la ayuda del cloroformo que le administró el médico anestesista John Snow.

Snow, al igual que Simpson, llevaba años dedicado al estudio de la narcosis. Tras atender el parto de la reina, se hizo tan famoso que la clase alta londinense sólo consentía que fuese él en persona quien les atendiera llegado el día del alumbramiento.

De repente, desapareció toda la oposición y el parto à la reine se puso rápidamente de moda en Gran Bretaña.

Y James Young Simpson, nombrado baronet y médico escocés de la reina, se convirtió en un héroe.
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